El reloj marca las ocho, pero en Mercofrut ya hay movimiento desde mucho antes. Las carretillas van y vienen, los cajones se apilan, los vendedores gritan sus precios. Sin embargo, algo cambió. Las ventas ya no son lo que eran.

“Antes, a esta hora ya teníamos todo vendido”, comenta un productor mientras acomoda un lote de tomates que espera por compradores. Hoy, la fruta se ofrece a precios bajísimos, casi de remate. Pero no es una buena noticia: “vendemos barato porque no hay otra, pero los costos siguen siendo los mismos”, explica.

La situación económica aprieta, y se nota en los pasillos del principal mercado de Tucumán. El consumo cayó fuerte en los últimos meses. “La gente no compra como antes. Lleva lo justo, o directamente no viene”, lamentan los feriantes.

El golpe se siente sobre todo entre semana. Los días de mayor movimiento son los sábados, cuando la venta minorista permite una bocanada de aire al sector. “Ahí zafamos un poco. Viene la gente del barrio, de los barrios del sur, y se llevan algo”, dice otro vendedor.

Aun así, el clima es de incertidumbre. El desequilibrio entre los bajos precios de venta y los altos costos de producción pone en jaque a cientos de pequeños y medianos productores. “Nos fundimos vendiendo”, sintetiza uno de ellos.

Mercofrut sigue siendo el pulmón comercial del agro en Tucumán, pero ese pulmón, hoy, respira con dificultad.