El Bajo amaneció con movimiento, pero no del habitual. Ayer, un intento de desalojo sacudió la rutina de los vendedores callejeros que, desde hace años, ocupan el espacio público como forma de sustento. La escena se volvió tensa, con comerciantes resistiendo el operativo y exigiendo una respuesta clara del municipio.
Horas después, desde la Municipalidad de San Miguel de Tucumán confirmaron que el objetivo no es la expulsión, sino la regularización de la actividad. Los funcionarios admitieron que la situación requiere un abordaje más amplio y anunciaron que buscarán un mecanismo que permita el trabajo de los vendedores, pero dentro de un “marco legal y ordenado”.
Por ahora, la pulseada entre necesidad y normativa sigue abierta, y los puestos, aunque frágiles, siguen en pie.

