Mientras la ciudad despierta al ritmo acelerado de motores y bocinas, en otro punto del mapa tucumano se abre un espacio para frenar —no solo vehículos—, sino también conductas arraigadas, hábitos peligrosos y una forma de convivir que, a fuerza de costumbre, se ha vuelto letal.
Se trata de la segunda edición del Foro Tucumán Responsable, esta vez con la seguridad vial como eje urgente. Organizado por Meta Tucumán, una asociación civil sin fines de lucro que trabaja por una ciudadanía más responsable y sostenible, el encuentro se plantea no como un evento más, sino como un acto de resistencia frente a una cultura del tránsito que parece haber olvidado su norte.
“El tránsito no es solo un tema de infraestructura o legislación, sino el escenario simbólico donde se expresan nuestros valores, desigualdades y hábitos más arraigados”, señala Analía Fernández, voluntaria de la organización, en diálogo con el equipo de Arriba Tucumán. Su voz trae consigo una advertencia: cada accidente es un espejo que refleja lo que somos —y lo que evitamos mirar.
No es la primera vez que Meta Tucumán lanza esta interpelación colectiva. El año pasado, la problemática de los residuos urbanos fue el tema que inauguró el foro, logrando articular compromisos reales entre vecinos, instituciones y empresas. Esta vez, el desafío es aún más complejo: cambiar la forma en que nos movemos, y sobre todo, la forma en que nos miramos al compartir el espacio público.
Tucumán atraviesa una crisis de convivencia vial. Cruzar un semáforo en rojo, circular sin casco, manejar sin licencia… prácticas normalizadas que, lejos de ser excepciones, se han convertido en parte de un paisaje cotidiano que naturaliza la infracción y banaliza el riesgo.
“Necesitamos pasar del diagnóstico a la acción concreta”, afirman desde la organización. Por eso, el Foro propone mesas paneles temáticas, análisis técnicos, intercambio de buenas prácticas y una construcción participativa de propuestas. Participarán jueces, aseguradoras, médicos, docentes, policías, estudiantes y vecinos. La idea no es buscar culpables, sino sumar voluntades.
Uno de los puntos altos de la jornada será el Hackatón Cultural de Seguridad Vial, un espacio donde equipos intersectoriales trabajarán en el diseño de ideas y prototipos que promuevan un cambio cultural profundo y sostenido.
El objetivo final es claro: que esta cita no quede archivada en la agenda como un evento más. Que se convierta en el primer paso de una política pública nacida desde la ciudadanía activa, esa que ya no espera soluciones verticales, sino que se organiza, propone y transforma.
Porque en un territorio donde el tránsito se ha vuelto sinónimo de riesgo, apostar por la seguridad vial no es solo una cuestión técnica: es, ante todo, un acto de responsabilidad colectiva. Y este miércoles, Tucumán tiene una nueva oportunidad para empezar a andar otro camino.

