jueves 29 de mayo no fue una más en la Honorable Legislatura de Tucumán. Las luces del recinto, encendidas como testigos de la historia, alumbraron el regreso de una figura conocida en la política del interior tucumano: Patricia Lizárraga, exintendenta de Famaillá, juró como legisladora provincial, en reemplazo del renunciante José Orellana.
El acto, breve pero cargado de simbolismo, se realizó como primer punto del orden del día en la sesión ordinaria presidida por el vicegobernador Miguel Acevedo. Como suele ocurrir en estos casos, las formas protocolarias dieron paso a un momento íntimo, casi familiar. Lizárraga, rodeada de seres queridos, dirigentes del oeste provincial y con el respaldo del actual intendente de Famaillá, Enrique Orellana, selló su compromiso con una frase sencilla pero contundente: “Es un día muy especial para mí y para mi familia. Agradezco a Dios por darme esta posibilidad”.
Más allá del gesto solemne de la jura, Lizárraga dejó en claro cuál será su norte político: el trabajo social, la representación de las mujeres en los espacios de poder y la continuidad de una línea de gestión que ha cultivado desde sus anteriores funciones públicas. “Quiero seguir desarrollando mi trabajo en el área social y en todo lo que se pueda aportar desde la Legislatura”, afirmó ante los medios.
No faltaron los guiños al oficialismo. La flamante legisladora confirmó su incorporación al bloque que responde al gobernador Osvaldo Jaldo, y agradeció el respaldo institucional de sus pares. “Agradezco el recibimiento de los legisladores, al vicegobernador, Miguel Acevedo, con quien ya veníamos trabajando desde la Intendencia, y al gobernador Jaldo. También a todos los compañeros de la sección oeste que me han acompañado en este camino”.
Con una carrera que incluye su paso por la Secretaría de Familia y Riesgo Social de la Provincia y la conducción del municipio famaillense, Lizárraga regresa ahora al tablero legislativo con la mirada puesta en una agenda que promete combinar territorio, gestión y lealtad partidaria.