Desde su construcción, en 1913, la casa de Julio Cainzo ha formado parte del paisaje de San Miguel de Tucumán. Su historia: como casa de familia, como sede del Poder Judicial y, desde 1990, como sede del centro cultural, ha hecho que vaya mudando su imagen en el imaginario colectivo de los tucumanos y de todo aquel que ha visitado la ciudad.
El Centro Cultural Alberto Rougés nació en junio de 1990 como un resultado natural del crecimiento de la Fundación Miguel Lillo y como una respuesta a la necesidad de integrar la investigación científica con la indagación humanística.
Con su creación se unen dos nombres señeros de nuestra cultura: el del científico Miguel Lillo con el del humanista Alberto Rougés, amigos que compartieron ideales y proyectos. Al pertenecer a una institución científica de reconocido prestigio, el Centro Cultural muestra otras formas del quehacer humano y por eso ha dado cabida a la reflexión filosófica, a la investigación histórica, a la creación y a la crítica literaria, a la expresión de los artistas plásticos.
La Casa es, de esta forma, la sede natural de numerosos congresos, exposiciones y talleres y se ha convertido en un sitio insoslayable de la cultura tucumana. En cuanto a su arquitectura, funciona –desde hace más de dos décadas- en una casa señorial que constituye uno de los pocos ejemplos del estilo francés de fines del siglo XIX que quedan en la provincia. Allí se conjugan el esplendor tradicional y la moderna tecnología que requiere la creación y transmisión de cultura.

