A partir de este miércoles, la Iglesia Católica se prepara para un nuevo capítulo en su historia: la elección del Papa número 267, tras la muerte de Francisco. En el Vaticano, ya está todo dispuesto para el inicio del cónclave, esa ceremonia milenaria cargada de ritos, secretos y simbolismos, donde 133 cardenales electores se encerrarán para votar al próximo líder espiritual de más de mil millones de fieles en todo el mundo.
La jornada arrancará a las 10 de la mañana (hora italiana) con la “Misa para la elección del Romano Pontífice” en la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. Participarán 220 cardenales, 120 obispos, 58 sacerdotes y otros prelados. Pero el momento clave llegará por la tarde, cuando desde la Capilla Paolina, los cardenales marchen en procesión solemne hasta la Capilla Sixtina, el escenario sagrado donde se definirá quién ocupará el trono de Pedro.
Ahí, en la Capilla decorada por los frescos de Miguel Ángel, se sentarán 52 cardenales europeos, 16 de América del Norte, 4 de América Central y 17 de Sudamérica (incluyendo 4 argentinos), 23 asiáticos, 17 africanos y 4 de Oceanía. Aunque deberían ser 135 electores, dos no asistieron por razones de salud. Todos ellos son menores de 80 años, condición indispensable para poder votar.
Desde el comienzo del cónclave, los celulares y computadoras están prohibidos. A partir de las 15 horas del miércoles, se bloquearán todas las señales de telecomunicaciones en el Vaticano, como parte de un juramento de silencio absoluto. Nadie puede contar nada de lo que escuche o vea.
Los cardenales ya están instalados desde el martes en la Casa Santa Marta, un alojamiento dentro del Vaticano donde residía el papa Francisco. La Capilla Sixtina, mientras tanto, fue preparada especialmente: asientos, urnas, el libro de la Constitución Apostólica y, por supuesto, la famosa estufa que emitirá señales de humo negro o blanco, según el resultado de las votaciones.
La primera votación será este mismo miércoles por la tarde, aunque se espera que no haya definición en esa instancia. Se necesitan al menos 89 votos afirmativos. Los días siguientes habrá hasta cuatro votaciones diarias. Si no se alcanza un acuerdo tras tres jornadas, los cardenales se retirarán 24 horas para reflexionar, y luego retomarán la votación.
La expectativa por el “Habemus Papam” es mundial. El humo blanco, ese símbolo tan esperado, saldrá cuando un cardenal alcance la mayoría necesaria. Entonces, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el mundo escuchará nuevamente esas palabras que resuenan desde hace siglos: “Habemus Papam”.
Mientras tanto, los cardenales discutieron en sus últimas reuniones temas sensibles, muchos de ellos pendientes del pontificado de Francisco: lucha contra los abusos sexuales, transparencia económica, reformas en la administración vaticana, el cuidado del medioambiente, y la tan debatida sinodalidad. También se delineó el perfil deseado para el nuevo Papa: “un pastor cercano a los pobres, samaritano de la humanidad, que lleve esperanza y misericordia en tiempos de guerras y polarización”.
Entre los nombres que suenan fuerte están los italianos Pietro Parolin (70), exsecretario de Estado, y Matteo Zuppi (69), presidente del episcopado italiano. También figuran los filipinos Luis Antonio Tagle y Pablo Virgilio Siongco David; el congoleño Fridolin Ambongo; el francés Jean-Marc Aveline; el húngaro conservador Peter Erdö; y el estadounidense Timothy Dolan, respaldado recientemente por Donald Trump.
Si bien se descarta que el sucesor de Francisco sea otro latinoamericano, algunos especulan con la posibilidad del español Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, defensor del diálogo interreligioso y los derechos de los migrantes.
La elección está abierta, el cónclave ha comenzado. El mundo observa el techo de la Sixtina, esperando el color del humo que anunciará al nuevo Pastor universal.

