El lago Natron es un lugar de apareamiento clave para los flamencos en menor peligro de extinción, pero los animales corren el riesgo de quedar congelados para siempre en su sal si se atreven a acercarse a sus orillas.

Las bacterias, que le dan al agua su tono rojo sangre, son algunos de los únicos organismos que pueden tolerar su calor promedio de 78 °F (26 °C), concentración fatal de sal y alcalinidad. 

Los cuerpos que caen al agua se descomponen rápidamente, mientras que los que caen en su  borde están “incrustados en sal” que ‘permanece para siempre’, según el ecologista David Harper de la Universidad de Leicester.

Las condiciones hostiles del lago se pueden atribuir al cercano Ol Doinyo Lengai, también conocido como la Montaña de Dios, que es el único volcán activo que emite natrocarbonatitas. Estos alimentan el lago a través de canales de arroyos que atraviesan el volcán, contribuyendo a su dura alcalinidad de más de pH 10.

Solo los flamencos, que se comen las cianobacterias ricas en nutrientes del agua, acuden a la zona para aparearse. Pero incluso ellos no pueden escapar de las condiciones despiadadas del lago salado y pueden ser víctimas de incrustaciones en la orilla.

 

El fotógrafo Nick Brandt explicó: “Inesperadamente encontré a las criaturas, todo tipo de pájaros y murciélagos, arrastrados a lo largo de la costa del lago Natron. Nadie sabe con certeza cómo mueren exactamente, pero… el agua tiene un contenido extremadamente alto de soda y sal, tan alto que quitaría la tinta de mis cajas de película Kodak en unos pocos segundos”.

Aparte de los cadáveres, el lago Natron tuvo un papel en la preservación de la historia desde hace 19.000 años. “Inmediatamente después de que las huellas se presionaron en el barro húmedo y la ceniza, los sedimentos húmedos se secaron y endurecieron”, dijo previamente a MailOnline la geóloga de la Universidad Estatal de los Apalaches, la Dra. Cynthia Luitkius-Pierce.

Se cree que el lodo que preservó estas huellas se arrastró desde Ol Doinyo Lengai, ya que se detectaron grandes cantidades de ceniza.