La caña crece, los ingenios se preparan y los técnicos ajustan el lápiz. En la antesala de una zafra que promete ser intensa, la estación experimental actualizó sus proyecciones de materia prima para este 2025. No son solo cifras: detrás de cada número hay un campo sembrado, un camión esperando carga, una economía que late al ritmo de los cortes y las calderas.

Los cálculos actualizados son contundentes: se estima que esta campaña entregará 19 millones 200 mil toneladas de caña bruta. Una cifra robusta, que alimenta el optimismo pero también impone desafíos logísticos y operativos. Sin embargo, no todo ese volumen llegará a los trapiches. Como cada año, una parte deberá reservarse como semilla para la siguiente campaña.

La resta es clara: al descontar ese porcentaje, el total disponible para la producción industrial se reduce a 18 millones 500 mil toneladas. Con ese número sobre la mesa, comienza otra etapa: proyecciones de molienda, expectativas de rendimiento, cálculo de alcoholes y azúcares.

Los ingenieros agrónomos observan los campos con atención, mientras las cuadrillas ajustan machetes y afilan planes de trabajo. La zafra no es solo una estación del año, es un fenómeno que transforma pueblos, rutinas y agendas.

En las oficinas de la estación experimental, la mirada sigue fija en las gráficas. El clima acompaña —hasta ahora— y las variedades sembradas muestran buen comportamiento. Pero en la zafra, cualquier certeza es relativa hasta que el último cañaveral se corta.

Por ahora, el número clave es 18,5 millones. De ahí partirán los sueños, los balances y las rendiciones de cuentas. Y como en cada cosecha, el campo dirá la última palabra.