Desde el mediodía, la península ibérica quedó sumida en la oscuridad. Un apagón eléctrico de gran magnitud afectó a miles de personas en toda España —con excepción de las islas— y también golpeó a Portugal. Durante más de diez horas de incertidumbre, el Gobierno español reconoció una “anomalía” en el sistema eléctrico que hizo perder 15 gigawatios de energía, equivalente al 60% del consumo nacional.
Todo comenzó a las 12:33 horas, cuando, durante apenas cinco segundos, desapareció súbitamente una cantidad de energía que dejó sin luz a hogares, empresas, aeropuertos y redes ferroviarias. “No se sabe aún el motivo”, admitieron a AFP fuentes oficiales. El origen del colapso, según el director de Servicios a la Operación de Red Eléctrica, Eduardo Prieto, fue una desconexión del sistema de interconexión europeo por Francia.
El restablecimiento del servicio fue gradual. Primero regresó la luz en el País Vasco y Barcelona, más tarde en algunas zonas de Madrid, y, finalmente, en varias localidades portuguesas, incluido el centro de Lisboa.
Las consecuencias fueron inmediatas: interrupciones en comunicaciones, caídas en las redes de alta velocidad, semáforos apagados, centros comerciales cerrados y, sobre todo, el colapso del tránsito ferroviario nacional gestionado por Adif. En Madrid, el Metro quedó detenido “por motivos externos”, según informaron a través de un comunicado en la red social X.
En paralelo, algunas partes de Alemania también reportaron cortes eléctricos, lo que plantea la posibilidad de un problema mayor en el sistema energético europeo.
En contraste, las Islas Canarias y Baleares permanecieron iluminadas. Gracias a sus sistemas eléctricos independientes —seis en Canarias y dos en Baleares—, el suministro insular resistió sin inconvenientes.
Los hospitales funcionaron con normalidad, respaldados por grupos electrógenos de emergencia que mantienen activos los dispositivos médicos esenciales. Por su parte, los centros de datos de internet también continuaron operando gracias a generadores propios y conmutadores de datos estratégicamente distribuidos en las ciudades.
El presidente Pedro Sánchez, visiblemente cauteloso, no descartó ninguna hipótesis y reconoció que “no hay aún indicadores suficientes” sobre el origen de la falla. Mientras tanto, el presidente del Consejo de la Unión Europea, Antonio Costa, aseguró que “no hay indicios de ciberataque” y se comprometió a investigar hasta el final.
Así, entre sombras, desconexiones y teorías, Europa busca respuestas a uno de los mayores apagones de su historia reciente.

