Por 48 horas, la vida pendió de un hilo. Pero también, durante 48 horas, la esperanza respiró en cada rincón del Hospital Ángel C. Padilla.
Era domingo 25 de mayo y, mientras en las plazas flameaban banderas y se entonaba el himno, en los quirófanos del hospital tucumano se libraba otra clase de revolución. Una sin discursos ni actos protocolares. Una que transcurrió en silencio, con barbijos, bisturís, guantes apretados y miradas cómplices entre profesionales que conocen el valor de cada minuto.
Un procedimiento de ablación multiorgánica —complejo, intenso, humano— se extendió durante dos jornadas completas. El hígado fue destinado por vía aérea a un paciente en emergencia nacional, en el sur del país. Los riñones quedaron en Tucumán, para dos receptores que hoy respiran una nueva oportunidad. Tres vidas rescatadas de la espera eterna.
El operativo fue liderado por el doctor Santiago Villavicencio, jefe del Departamento de Procuración y Trasplante, acompañado por los cirujanos Germán Alanís y el propio Villavicencio, junto a un equipo de anestesistas e instrumentadoras como Nancy Dopico y Melina Flores, que conocen el peso de estos procedimientos más allá de lo técnico.
“Fue un procedimiento complejo que demandó trabajo ininterrumpido durante dos días”, contó Villavicencio. “La coordinación fue total, desde el quirófano hasta el traslado del órgano en avión. No hubo margen de error. Y no lo hubo”.
Pero esta historia no se mide solo por los logros quirúrgicos. Tucumán, gracias a una política sanitaria sostenida y al compromiso institucional, se ha transformado en una de las provincias líderes en donación de órganos. El Hospital Padilla, en particular, es hoy un centro de referencia nacional.
“El secreto no está solo en la tecnología”, dice Villavicencio. “Está en el compromiso de la gente que trabaja acá, en la formación constante y en el profundo respeto por la vida y la muerte”.
El operativo se dio a días del 30 de mayo, fecha en la que se conmemora el Día Nacional del Donante de Órganos. Una coincidencia que no lo es tanto. Porque, como recuerda el jefe de Trasplante:
“Sin donantes no hay trasplantes. Hay personas que mueren esperando. Por eso necesitamos más conciencia, más compromiso y, sobre todo, más solidaridad”.
Durante 48 horas, Tucumán no solo hizo medicina. Hizo historia

