La cosecha no es lo único que está en plena ebullición en el mundo azucarero. Mientras las cañas avanzan en los surcos, las tensiones gremiales crecen en los escritorios. El secretario general de FOTIA, Roberto Palina, salió al cruce de las versiones que intentan desacreditar el acuerdo salarial que la organización firmó días atrás con el complejo alimenticio San Salvador, dueño de los ingenios Concepción y Marapa.
“El acta fue firmada y es válida”, sostuvo el dirigente sindical en declaraciones a la prensa. Según Palina, otras fábricas azucareras ya comenzaron a sumarse al entendimiento, lo que confirmaría —según su mirada— la legitimidad y solidez del acuerdo.
Sin embargo, desde el Centro Azucarero Argentino no comparten esa lectura. La entidad, que nuclea a las principales empresas del sector, se mostró reticente a reconocer oficialmente el convenio, lo que generó un cortocircuito en la negociación y encendió alarmas entre los trabajadores.
En paralelo, mientras las diferencias se debaten en Tucumán, una delegación integrada por representantes del CART (Centro Azucarero Regional de Tucumán), FOTIA y FEIA (Federación de Empleados de la Industria Azucarera) se trasladó hoy a Buenos Aires para participar en una nueva ronda de la paritaria nacional del sector.
El escenario actual refleja un delicado equilibrio entre las urgencias salariales, las estrategias empresariales y la necesidad de llegar a consensos antes de que se profundicen los conflictos en plena zafra.
Desde el gremio reiteraron que no permitirán maniobras dilatorias y advirtieron que, de no haber avances concretos a nivel nacional, se evaluarán medidas de fuerza. El azúcar, esta vez, parece tener un sabor amargo.

