Según la investigación, Herrera ingresó a la residencia parroquial con la intención de robar y luego mató al sacerdote a puñaladas para ocultar el desapoderamiento de dinero y garantizar su impunidad. Era hijo de la secretaria administrativa de la parroquia, una persona de extrema confianza del religioso.
Oscar Juárez, de 67 años, se encontraba en su domicilio ubicado en la iglesia San Martín de Porres cuando Herrera llegó “empuñando un arma blanca y con intención de causarle la muerte”. Aprovechó que la víctima estaba de espaldas y le asestó 14 puñaladas, actuando —según la sentencia— “sobre seguro”.
El día previo al crimen, Juárez había entregado a su hermano alrededor de 60 mil dólares para que los resguardara.
Herrera fue detenido pocos días después. En su vivienda se secuestraron prendas manchadas con sangre y las cámaras de seguridad permitieron colocarlo en la escena durante el momento estimado del asesinato.
Un tribunal compuesto por los jueces Gustavo Aldo Romagnoli, Fabián Fradejas y Luis Morales Lezica lo condenó a prisión perpetua. En septiembre de 2023, la Corte Suprema de Tucumán rechazó el recurso de casación presentado por la defensa, que luego acudió a la Corte nacional para intentar revertir la sentencia. Sin embargo, los jueces Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti declararon inadmisible el recurso de queja, dejando firme la condena.

