Según el relevamiento, el 78 % de los consultados asegura que la situación económica incide negativamente en su vida amorosa. Tres de cada cuatro admitieron que redujeron las salidas a restaurantes, mientras que el 50 % reconoce que disminuyeron los encuentros en hoteles y albergues transitorios por los costos que implican.

El desgaste emocional también juega un rol clave: el 45 % afirmó haber experimentado una baja en la libido debido al estrés y la presión financiera, y un 27 % confesó haber sido infiel como una vía de escape a la realidad económica.

“Existe una correlación clara entre la crisis económica y la actividad sexual”, explicó Silvia Rubies, directora de Comunicación de Gleeden en Latinoamérica. “Factores como la rutina, la incompatibilidad o la falta de comunicación siempre están presentes, pero cuando se suma la presión financiera, se añade una carga extra que puede socavar el deseo y la conexión íntima”, agregó.

Cambios en las rutinas amorosas

El estudio destaca que muchas parejas reemplazaron salidas románticas por encuentros en espacios privados más económicos. También señala que la incertidumbre económica genera menor motivación para sostener actividades recreativas compartidas, lo que erosiona la calidad del tiempo en pareja.

En un contexto de inflación persistente y ajuste de gastos, los especialistas remarcan que el impacto en la intimidad es un reflejo más de cómo la crisis atraviesa todos los aspectos de la vida cotidiana.