Por primera vez en su historia, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) decidió hacer patria empresarial más allá del Obelisco. Y eligió a Tucumán.

No fue casual. En el salón colmado de la Federación Económica de Tucumán (FET), el bullicio de los saludos y apretones de manos tenía el sabor de algo más que una reunión de rutina. Era, en realidad, una toma de posición: el norte argentino no solo pide pista en la agenda productiva nacional, sino que muestra músculo propio.

Miguel Acevedo, vicegobernador y presidente de la Legislatura, abrió el acto con palabras que mezclaron diagnóstico y promesa. “La actividad privada es la que dinamiza la economía. Desde el Estado debemos generar condiciones para su desarrollo”, dijo con tono firme, como quien sabe que cada palabra pesa en tiempos de incertidumbre económica.

A su lado, el anfitrión Héctor Viñuales, presidente de la FET, y Ricardo Diab, titular de CAME, compartían escenario y diagnóstico. Diab fue claro: “Aunque hay un leve repunte en el consumo, aún no se traduce en una mejora real para las empresas”. La frase, lejos de ser derrotista, se lanzó como una invitación a construir soluciones conjuntas.

La jornada fue un desfile de voces y talleres. Representantes de cámaras regionales, funcionarios del sector turístico como Gregorio Werchow y Domingo Amaya, y empresarias como Inés Frías Silva, participaron en comisiones que abordaron los viejos dilemas: presión impositiva, competencia desleal por importaciones, necesidad de crédito, y un entorno propicio para invertir sin temor.

Pero el verdadero hito, más allá de los diagnósticos repetidos, fue la decisión política de federalizar la conversación. El norte argentino, tantas veces postergado, puso sobre la mesa sus diferencias estructurales con otras regiones del país. Lo hizo con propuestas, con presencia y, sobre todo, con unidad.

“Es un hecho histórico”, dijo Viñuales, con esa mezcla de emoción y responsabilidad que tienen los anfitriones cuando algo realmente importante ocurre en casa. La elección unánime del consejo directivo de CAME para sesionar en Tucumán, coincidieron todos, no fue un capricho: fue una señal.

El norte quiere ser escuchado. Y esta vez, habló con voz propia.