La Legislatura de Tucumán, un edificio acostumbrado al debate político, se convirtió por un día en escenario de un diálogo diferente: uno que interpela, duele y necesita romper silencios. Con un salón colmado de estudiantes, profesionales de la salud y autoridades, se desarrolló la segunda edición del Foro “Hablemos de Salud Mental”, centrado en la prevención del suicidio juvenil.
La iniciativa, impulsada por el legislador Agustín Romano Norri, reunió a referentes del ámbito clínico, académico, legislativo y comunitario. Participaron especialistas como la diputada nacional Carla Carrizo, el Dr. Demian Rodante, la Lic. Irma Thomas, la Dra. Mónica González, la Lic. Estefanía Valdez Clinis y la Dra. Natalia Uslenghi Murga.
No fue un acto más. Fue un espacio de escucha colectiva. De encuentro entre generaciones. De reflexión política pero también personal. La participación de alumnos de distintas escuelas de la provincia sumó una dimensión fundamental: la voz de quienes muchas veces son protagonistas silenciosos de este drama.
“El suicidio adolescente es una tragedia transversal que no entiende de clases sociales ni de partidos políticos. Por eso debemos unir miradas y territorios”, señaló Carrizo. “Debemos hablar de lo que incomoda”, agregó, sin eufemismos.
Romano Norri, por su parte, fue claro: “Hoy el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes tucumanos. La salud mental debe ser política de Estado. Basta de tabúes. Es tiempo de aggiornar la agenda pública a las urgencias reales”.
Desde una mirada clínica, el Dr. Rodante subrayó el carácter colectivo del problema. “Las conductas suicidas son multicausales. Se combaten con prevención, pero también con empatía, educación, redes familiares y comunitarias. La respuesta debe ser social”.
En ese mismo espíritu se expresó Celeste, estudiante del Colegio Guillermina: “Estos espacios nos enseñan a acompañar y a estar atentos. A veces no sabemos qué hacer ni cómo hablar del tema, pero ahora nos llevamos herramientas”.
La jornada cerró con un mensaje claro: la salud mental no puede esperar. Y el suicidio adolescente, mucho menos. La política, los profesionales, los docentes y los propios jóvenes coincidieron en algo básico pero urgente: hay que hablar.

