La nutricionista Solana Nacul explicó cómo el estrés impacta en el cuerpo y qué relación tiene con la alimentación. A partir de un estímulo externo, el organismo activa el sistema nervioso y hormonal, y entre las sustancias que libera se encuentra el cortisol, una hormona esencial para afrontar situaciones de alerta, pero que en exceso puede tener graves consecuencias.
“El cortisol no es nuestro enemigo, cumple funciones vitales como regular la presión arterial, mantener la glucemia estable y favorecer la memoria. Pero si se mantiene elevado por mucho tiempo, enferma, envejece e inflama”, advirtió la especialista. En niveles crónicamente altos, el cortisol puede provocar insomnio, pérdida de masa muscular, aumento de grasa visceral, problemas digestivos y desequilibrios en la glucosa y la presión arterial.
El estrés también altera los hábitos alimentarios. Puede generar tanto un aumento desmedido del apetito como una pérdida total del deseo de comer. “La gente dice ‘estoy ansioso’ y lo asocia directamente con comer mucho o tener malestar gástrico. Todo eso tiene su raíz en cómo reacciona el cuerpo al estrés”, explicó.
Para contrarrestar estos efectos, recomendó adoptar un estilo de vida saludable que incluya buena alimentación, actividad física, descanso adecuado y control del estrés. Entre los nutrientes clave para reducir el cortisol destacó el magnesio, el triptófano y el omega 3, presentes en alimentos como palta, legumbres, huevos, frutos secos, yogur, aceitunas y pescados grasos.
“La idea no es eliminar el estrés, sino aprender a gestionarlo para que no se convierta en un factor de riesgo para la salud”, concluyó la nutricionista.

