Rosario, enero de 2025. Era una noche de verano, las calles abiertas a la brisa, los cuerpos livianos de quienes buscaban descanso frente al río. Pero en cuestión de segundos, la ciudad se volvió escenario de una tragedia brutal. Un Peugeot 206 gris, conducido a 120 kilómetros por hora, atropelló a una familia entera que esperaba el semáforo para cruzar. Murieron una madre y su hija. Una niña de seis años sobrevivió.

Este miércoles, el Tribunal de Segunda Instancia ratificó lo que la primera instancia ya había sostenido: mantener la calificación legal de doble homicidio simple por dolo eventual y lesiones leves por dolo eventual, y confirmar la prisión preventiva para Agustín López Gagliasso, el conductor de 20 años.

El hecho ocurrió el 21 de enero, cerca de las 21, en la intersección de Wheelwright y Presidente Roca, un cruce que mira al río y que, como tantas veces, era testigo de una familia caminando junta. Tania Daniela Gandolfi y Agustina Magalí García —madre e hija— perdieron la vida tras el impacto. Diego Álvarez, el padre, salvó su vida por centímetros, y la hija menor, de seis años, sobrevivió con heridas.

La defensa del joven, encabezada por el abogado Carlos Varela, buscó cambiar la acusación: pidió que se lo juzgue por homicidio culposo, una figura legal con penas notablemente menores, y que el acusado transite el proceso en libertad. Pero la Justicia fue clara: no fue un accidente imprevisible. Hubo dolo eventual.

Según la acusación de las fiscales Mariana Prunotto y Valeria Piazza Iglesias, López Gagliasso venía de un altercado con un motociclista en el túnel de Avenida Arturo Illia, maniobraba con sobrepasos temerarios y terminó perdiendo el control del vehículo, hasta estrellarse contra las víctimas y un semáforo.

La velocidad —120 km/h en plena zona urbana— fue central en la imputación. Las fiscales sostuvieron que no se trató de una distracción, ni de un descuido: el joven sabía que podía matar, y aun así decidió acelerar. Eso es lo que marca la figura del dolo eventual.

En su fallo, el juez Javier Beltramone entendió que había motivos suficientes para sostener esa visión del hecho, y dejó firme la imputación y la prisión preventiva por el plazo que marca la ley.

Mientras tanto, Rosario sigue preguntándose cómo se repara lo irreparable. En una ciudad donde la violencia suele llevar otras formas, este caso recordó que la tragedia también puede venir con ruedas, velocidad y decisiones negligentes.
Y que la Justicia, aunque no alcanza para devolver vidas, al menos puede decir algo que parezca justo.