“Para algunos países insulares, el aumento del nivel del mar representa directamente la diferencia entre existir o desaparecer”, advirtió Saulo ante una audiencia compuesta por especialistas, investigadores y autoridades.

La funcionaria encabezó una clase magistral en la que hizo un repaso de los avances científicos en predicción meteorológica, abordó los efectos del cambio climático y subrayó la necesidad urgente de cooperación internacional para enfrentar la crisis del agua.

Un escenario alarmante pero con posibilidades

“El 91% de los desastres humanos desde 1991 estuvieron relacionados con el agua”, detalló. Si bien destacó que la cantidad de muertes ha disminuido gracias a la ciencia, también remarcó que las pérdidas económicas han aumentado y reflejan profundas desigualdades: “A menor desarrollo, más muertes; a mayor desarrollo, más pérdidas económicas”, señaló.

Saulo valoró el impacto de los sistemas de alerta temprana, que lograron reducir entre un 40% y un 80% las muertes por fenómenos extremos. Pero remarcó que aún no están al alcance de todos. “Es fundamental garantizar el acceso universal a estos sistemas. La infraestructura de datos es clave para tener mejores pronósticos y mejores alertas”, insistió.

Respecto a América Latina, sostuvo que la región cuenta con capacidades técnicas destacadas, pero enfrenta grandes desafíos institucionales. “Hay potencial, hay conocimiento, pero la fragmentación nos gana. Tenemos que compartir lo que sabemos”, expresó.

Tecnología, ciencia y decisión política

Durante su exposición, también puso el foco en el rol de las nuevas tecnologías, como los “gemelos digitales”, simuladores que permiten anticipar los efectos de obras hídricas o cambios en el sistema. En ese sentido, mencionó el caso del proyecto Prevenir, una iniciativa argentina que combina inteligencia artificial y radares para mejorar la precisión de los pronósticos.

Sin embargo, cuestionó la falta de cooperación entre países en el intercambio de información hidrológica, algo que –según explicó– limita seriamente la capacidad de anticiparse a eventos extremos. “A diferencia de la meteorología, en hidrología se comparten muchos menos datos. Se los considera propiedad de cada país y eso debe cambiar”, afirmó.

También habló de la transición energética y cómo la desigualdad se hace presente en ese plano. Si bien reconoció el crecimiento de las energías renovables desde 2010 hasta hoy, cuestionó el ritmo al que avanza el cambio: “No es lo suficientemente rápido y cuesta dinero. ¿Cómo financiamos una transición justa?”, planteó, y comparó los niveles de inversión entre las potencias globales y las regiones más vulnerables como América Latina, África y el sudeste asiático.

La ciencia al servicio de las personas

Celeste Saulo, licenciada y doctora en Ciencias Meteorológicas por la UBA, con una extensa trayectoria como investigadora del CONICET y exdirectora del Servicio Meteorológico Nacional, remarcó que la ciencia no puede ser una torre de marfil, sino que debe estar al servicio de la gente.

“La ciencia anticipa, pero son las sociedades las que toman decisiones. Con conocimiento, organización y compromiso colectivo, podemos transformar”, afirmó. Como ejemplo de ese enfoque, mencionó la app del SMN y los pluviómetros comunitarios instalados en la cuenca del río Matanza.

Por último, llamó a fortalecer el rol del Estado y el trabajo multilateral. “Las tensiones existen, pero se resuelven con diálogo. Los acuerdos multilaterales son más valiosos que los bilaterales. En América Latina necesitamos consolidarnos como región”, dijo.

Y concluyó con un mensaje de esperanza, pero también de responsabilidad: “Todos tenemos algo para aportar. Desde nuestros hábitos de consumo hasta la forma en que tratamos la basura. Defender lo colectivo es construir lo público”.