El portón de chapa cedió al primer golpe. Adentro, el silencio. Afuera, la desolación. El domingo 1 de junio, cuando los voluntarios de la Fundación Creando Sonrisas llegaron a su flamante sede en el barrio El Sifón, se encontraron con una escena que ningún esfuerzo solidario merece: el lugar había sido saqueado.

Parlantes, sillas, mesas, tablones, cubiertos. Todo lo que habían reunido con años de rifas, donaciones y empuje barrial fue arrasado en una noche. La comida del merendero, curiosamente, quedó intacta. Pero se llevaron lo más valioso para una organización que trabaja con lo mínimo: las herramientas para crear espacios de encuentro, juegos, arte y contención.

“Si bien intento tomarlo con humor, la verdad que es una tristeza que nos lo hayan quitado así de las manos”, dice Adrián Sorane, presidente de la fundación, con esa mezcla de entereza y decepción que se le nota hasta en la voz.

Creando Sonrisas nació en 2018, cuando un grupo de jóvenes universitarios decidió que la universidad no era solo un lugar de estudio, sino también una plataforma para transformar realidades. Desde entonces, intervienen en barrios como El Sifón, Juan Pablo XXIII y Villa Urquiza con apoyo escolar, talleres artísticos y recreativos, y un comedor comunitario que abraza a niños en situación de vulnerabilidad.

La sede violentada había sido inaugurada apenas diez días antes del robo. Era una conquista simbólica: un lugar propio desde donde organizar y crecer. Ahora, esas paredes vuelven a estar vacías, pero no por mucho tiempo.

En medio del golpe, la comunidad se reagrupa. Las manos que arman juegos, reparten meriendas y pintan carteles volverán a levantar lo que otros tiraron abajo. Porque, como ya lo demostraron, crear sonrisas es más fuerte que cualquier saqueo.