Cristina Fernández de Kirchner confirmó lo que muchos dentro y fuera del peronismo sospechaban: será candidata a legisladora en la Provincia de Buenos Aires en las elecciones del 26 de octubre. Lo hizo, fiel a su estilo, con una mezcla de análisis político, crítica ideológica y defensa de su legado.

“Lo más disonante en estas elecciones fue el ausentismo. No me gusta eso de ‘volver a enamorar’. Yo creo que hay que volver a representar”, dijo, marcando el tono de una campaña que no busca apelar a la nostalgia sino a la construcción de poder real.

Desde un estudio de televisión en C5N, Cristina desplegó su habitual batería de argumentos, referencias históricas y dardos teledirigidos. Apuntó al desdoblamiento electoral en Ciudad de Buenos Aires, al que calificó como un “gran error” de Jorge Macri, que “por eso salió tercero”. Pero también celebró la unidad del peronismo porteño, que, aunque no ganó, dio señales de cohesión. “La unidad no garantiza el triunfo, pero la división asegura la derrota”, remató.

Luego llegó el plato fuerte: las críticas al gobierno de Javier Milei.
“Estamos ante una derecha anti-Estado, muy cruel y esotérica”, disparó, mientras desgranaba una comparación con la “tablita” de Martínez de Hoz y los efectos del dólar barato en la dictadura. Sin medias tintas, acusó al oficialismo de gobernar “sin plan” y de reciclar recetas que ya fracasaron.

En ese contexto, recordó también los años de la convertibilidad y el rol de Cavallo en una región asfixiada por la deuda. “Estos proyectos neoliberales despiertan los peores sentimientos de la condición humana”, advirtió, al tiempo que denunció la complicidad de “un sistema económico y mediático que los protege”.

Cristina habló, también, de sí misma: de las críticas a sus cadenas nacionales, de la persecución judicial durante el macrismo, del “desendeudamiento” y de una Argentina que, según ella, “comenzó a ser desarmada en 2015”.

La definición de su candidatura no es un simple dato electoral. Marca el regreso de una figura clave del escenario político nacional, que elige la trinchera legislativa bonaerense para volver al ruedo, en un año que combina ajuste, conflictividad social y un peronismo aún en búsqueda de brújula.

“Hay que volver a representar”, dijo. Y en esa frase, acaso, condense su nueva apuesta: Cristina no quiere ser recuerdo, quiere volver a ser poder.