La desaceleración inflacionaria alivia a los más vulnerables

El organismo internacional reporta que la mejora se siente con mayor fuerza en la base de la pirámide social. Según Sebastián Waisgrais, Especialista en Inclusión Social de UNICEF, la combinación de una inflación menos agresiva con la recomposición de los ingresos fijos y de trabajadores informales tuvo un impacto directo en la capacidad de consumo.

“Estos datos reflejan el impacto que tuvo la desaceleración inflacionaria junto a la priorización de las políticas de protección de ingresos para los hogares de menores recursos, a través de la Asignación Universal por Hijo y la Prestación Alimentar”, sostuvo Waisgrais.

La evidencia del alivio se materializa en indicadores clave de bienestar:

  • Inseguridad Alimentaria: La proporción de familias que deben restringir comidas por falta de dinero se redujo drásticamente del 52% al 30%.
  • Capacidad de Afrontar Gastos: La posibilidad de comprar útiles escolares y vestimenta mejoró, y la proporción de hogares que no puede acceder a atención médica o dental por falta de recursos bajó en ocho puntos porcentuales.
  • Reducción en el número de niños en pobreza: Waisgrais destacó que si bien en 2024 la cifra de chicos en situación de pobreza llegó casi a ocho millones, en la actualidad se sitúa en cinco millones y medio.

No obstante, la pobreza infantil sigue siendo alta (46,1% de los chicos y chicas viven en esta situación), lo que subraya la fragilidad del avance.

La bomba de deuda y la vulnerabilidad de la clase media

Mientras los sectores vulnerables obtienen un respiro gracias a las transferencias directas, el informe detalla que los sectores medios están absorbiendo el shock económico a través del endeudamiento, generando una nueva fuente de vulnerabilidad.

El porcentaje de hogares con deudas (bancarias, tarjetas de crédito, prestamistas, ANSES) escaló del 23% al 31% en el último año. Pero el número se vuelve alarmante al sumar las herramientas de financiamiento de rápida propagación: las deudas tomadas mediante billeteras virtuales, aplicaciones o mecanismos informales elevan la proporción al 45%.

Waisgrais advirtió que la mejora en los ingresos de los sectores más bajos “no está impactando de la misma forma en los sectores medios”.

“Casi cuatro de cada diez hogares de sectores medios dejaron de pagar al menos un servicio o enfrentan problemas para cumplir con sus obligaciones,” indica el especialista. “Este segmento sostiene el consumo con endeudamiento y eso genera vulnerabilidad”.

Estos hogares, al no acceder a transferencias y subsidios que amortiguan los costos (salud, educación, transporte), ven su salario formal (que ajusta con rezago respecto a la inflación) presionado por los gastos fijos, lo que los fuerza a recurrir al crédito para sostener su calidad de vida, incluso para bienes esenciales. Uno de cada diez hogares de estos sectores debió incluso interrumpir la cobertura de medicina prepaga o cambiar a sus hijos de escuela.

Retos estructurales sin solución: AUH y cuota alimentaria

Rafael Ramírez Mesec, Representante de UNICEF en Argentina, subrayó que, si bien la AUH es central —manteniéndose casi al 98% del valor de la canasta básica y siendo una de las pocas partidas que crecen en el Presupuesto 2025—, el desafío es la consolidación.

Finalmente, una problemática estructural persiste sin cambios: el incumplimiento de la cuota alimentaria. Afecta a más de la mitad de las madres (52%) que deberían recibirla, lo que continúa impactando directamente sobre el bienestar de los niños, independientemente de la dinámica de los ingresos familiares generales.

El informe concluye que, aunque los indicadores de consumo y capacidad de gasto mejoran, la vida no es fácil. El desafío de la agenda pública es doble: sostener los esfuerzos para reducir la pobreza extrema y, simultáneamente, generar mecanismos de contención para los sectores medios que están al borde de la fragilidad, sostenidos por una peligrosa montaña de deudas.