Este jueves 18 de diciembre no es un día más en el calendario de los argentinos. Se cumplen exactamente tres años del momento en que la Selección Argentina consiguió su tercera estrella en una Copa del Mundo, tras una infartante final ante Francia que se definió por penales luego de un dramático 3-3 en los 120 minutos de juego.
Del “golpe bajo” a la resurrección
El camino a la gloria comenzó de la forma menos pensada. La “Scaloneta”, que llegaba con un invicto de 36 partidos, sufrió un duro revés en el debut al caer 2-1 frente a Arabia Saudita, un partido que comenzó ganando con gol de Messi pero que se escapó por desatenciones y goles anulados.
Fue en ese momento de incertidumbre cuando apareció la voz del capitán para calmar las aguas: “A la gente le digo que confíe”, sentenció el ‘10’. Y el equipo respondió. Primero con un vital 2-0 ante México, con golazo de Enzo Fernández incluido, y luego con otro 2-0 ante Polonia para clasificar primeros.
Batallas y fútbol total
Las instancias eliminatorias tuvieron de todo. Tras superar a Australia, llegó la “Batalla de Lusail” ante Países Bajos. Un partido cargado de tensión, cruces picantes y el inolvidable “anda pa’llá, bobo” de Messi. Tras el empate agónico de los europeos, Emiliano Martínez comenzó a construir su leyenda atajando dos penales clave.
La semifinal ante Croacia fue una exhibición de fútbol. Argentina goleó 3-0, con una jugada memorable de Messi sacando a pasear a Gvardiol para asistir a Julián Álvarez.
La final más grande de todos los tiempos
El 18 de diciembre de 2022, Argentina dominó a Francia durante 75 minutos, poniéndose 2-0 con goles de Messi y Di María. Pero la aparición de Kylian Mbappé forzó el alargue.
En el tiempo extra, volvieron a golpear ambos cracks para el 3-3 definitivo. Fue entonces, a los 123 minutos, cuando el tiempo se detuvo: “Dibu” Martínez protagonizó una tapada histórica ante Randal Kolo Muani que evitó la derrota.
Finalmente, en la tanda de penales, Gonzalo Montiel no falló. Su remate cruzado desató el festejo de un país entero y selló la tercera conquista mundialista, sumándose a las gestas de 1978 y 1986.
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